No fue en realidad que Perseo venció a Medusa con la ayuda del bruñido escudo de Atenea, sino que la gorgona quedó a merced del guerrero cuando al posar su mirada en la de este, aquel tan sólo atino a decir: ¡Bonitos ojos!
¿Quién era yo antes de olvidar quien soy ahora?
11.1.11
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