¿Quién era yo antes de olvidar quien soy ahora?

7.1.09

Princesa De Cuento De Hadas

Nadie supo en realidad que fue lo que sucedió con ella, aunque la verdad fue más que sencilla, esa verdad que se ocultaba debajo de ese tenue y delicado velo que algunos llaman; emociones humanas, eso que acecha por igual a princesas que a mujeres reales. Todos hablaban del incidente, teorías hubo mil, lo único cierto es que un día, así nada más, sin previo aviso, y sencillamente, Princesa de Cuento de Hadas desapareció, no la volvieron a ver jamás, ni en esos lujosos castillos, ni en senderos por el bosque, ni en casitas diminutas, en ningún lugar de aquel reino de fantasía, claro que para todos los habitantes de dicho reino, no era más que la pura realidad. ¡Se cansó! Sí, digo que se cansó porque es así como sucedió, no de fregar pisos, no de separar semillas diversas en sus respectivos costales, nada de eso, simplemente le hartó la monotonía. No se hubiera fugado, lo hubiera pensado dos veces si al menos alguien se hubiera preocupado por ella, pero no, nadie estuvo ahí. Se hartó de tener que dormir cien años cada vez que a algún insensato niño del mundo real (que para ella era la fantasía) gustaba de que le leyesen un cuento, o simplemente sólo cuando a alguien se le antojaba dar una burda hojeada al libro. El hecho de asistir a ese dichoso baile cada fin de semana no le desagradó nunca, al contrario, le agradaba bailar. Incluso los malos tratos de sus hermanastras nunca le molestaron, jugaba con ellas haciéndolas creer que la hacían sufrir, siempre le dio risa eso, pero lo que en verdad si le disgustaba era tener que retirarse antes de las doce de la noche del baile de palacio. Y todo porque una estúpida hada madrina, que siendo tan mágica, no podía prolongar el hechizo o sólo porque se le pegaba la regalada gana de deshacerlo precisamente a hora. Siempre se preguntó porque siendo un ser con el poder de transformar una calabaza en tan tremendo carruaje, ratones en caballos y viles remiendos en lujosos vestidos ¿por qué putas no le daba un poco más de tiempo? ¿Por qué no hechizaba también el reloj del palacio? ¿Porqué no encantaba la noche completa? ¿Porqué no encantaba para bien su vida entera? Llegó incluso a pensar que todo era un plan tramado por su hada madrina para hacerla sufrir y entonces la odió, cosa que nunca sintió hacía su madrastra y hermanastras. En esas ocasiones le hubiera gustado poder intercambiar a esa inepta hada madrina por aquella que la hacía dormir cien años sin que el tiempo ejerciera sus efectos sobre ella. -¡Que tontería de hadas! –pensaba– Todas son iguales, unas inútiles, y desconsideradas encima de todo. –Y su carita se tornaba triste e inconsolable. Además ¿Qué era aquella cosa de tener que aceptar y morder siempre manzanas envenenadas? ¡Una aberración, un insulto a su condición de princesa, tamaña desconsideración! ¡No, lo de envenenada jamás le importó! A eso llegó a acostumbrarse, pero esa fea cosa de tener que comer siempre manzanas. Si tan sólo alguien se hubiera preocupado por al menos llevarle algún día una ciruela, un durazno, una pera, seguro que habría pensado dos veces su fuga, ¡al menos una sencilla rebanada de sandía! ¡Ah, con lo que anhelaba conocer el sabor de aquel jugoso fruto! ¡Cualquier otro fruto, aunque los hubieran envenenado mil veces más! Seguro que hubiera preferido no ser despertada jamás, pero al menos poder conocer otros deliciosos sabores y no tener que soportar cada vez a una aburrida manzana. Lo peor de toda la humillación es cuando llegaron a hacerla sentir una verdadera puta, eso de ser besada por cualquier tipejo, con el sólo pretexto de ser de la nobleza, cuando menos podía poner resistencia; dormida o media muerta, ¿qué otra cosa además de besarla no le pudieron haber hecho esos tipos sinvergüenzas? Siempre el mismo tipo de tontos y aburridos príncipes a los que ella ni siquiera conocía, con los que nunca convivió, con los que nunca pasó una verdadera tarde contando historias de su vida, siendo escuchada. Todos eran igual de arrogantes, abusando de una pedantería estúpida, presumiendo de cuantiosos tesoros, de formidables castillos, de maravillosos reinos, creyéndose siempre unos más guapos que los otros, ¡puaj, que asco! Prefería mil veces besar a un sapo, pero el encanto siempre terminaba cuando este se convertía en un apuesto y fastidioso príncipe similar al resto. -¡Todos son iguales! -Decía para sí – ¡Igual que las hadas, igual que todos! -Así siempre le daban ganas de volver a dormir, o mejor morirse de una buena vez. Sólo estaba enamorada de alguien en verdad; y deseo siempre un beso del enano más alto del grupo, en verdad llegó a enamorarse perdidamente de él, pero también siempre creyó que era demasiado tímido, no era guapo, pero tenía lo suyo. Un encanto especial, y en verdad y sobre todo, siempre fue lindo con ella, era el único que le recitaba poemas al oído, le cantaba canciones dulces, la escuchaba y se esmeraba por comprenderla, el único que la miraba con esos tiernos y apacibles ojos, que le decía cuánto la amaba con el silencio más sencillo y profundo, pero de nada sirvió, nunca se armó de valor y nunca le expreso abiertamente nada de lo que sentía. -El corazón también tiene límite de tiempo –pensaba ella. Y sencillamente desapareció, fue un día gris y lluvioso, un día de esos de veras melancólicos. Se fue para siempre, para jamás volver a su mundo de hadas. Sin embargo…yo la he visto, a escondidas. Escapó a el mundo real y hela aquí, es tímida, ha cambiado su apariencia, en ocasiones usa mandil, su cabello luce despeinado y descuidado, cuida a un par de niños pequeños, plancha, lava; trastes, ropa y a veces, muy esporádicamente se pasea por la calle disfrutando su nueva vida; hacer la cena para un tipo egoísta con el que "desgraciadamente" es feliz, se le va olvidando con su nueva rutina, que era princesa, suavecito, poco a poco, sin complicaciones. Ah, sí, claro, a veces, también ve televisión, disfruta de telenovelas, acurrucada en un sillón, por las tardes, y de vez en vez, dulcemente, sueña profundamente con ser la envidiada protagonista.

1 comentario:

paola-la dijo...

Woah, esta padre este cuento, me gustó, sta muy simpático,

saludos

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